Lo que sigue a continuación no es fruto de mi imaginación.
Doy fe de ello porque fui partícipe de aquella mítica mesa de bar donde se contaban anécdotas, cuentos, leyendas... sobre lo ocurrido aquella histórica tarde del 16 de julio de 1950 en Maracaná.
Mi padrino, Don Pedro Scasso (para mí... Tití) era el propietario del Bar Capitol, ubicado en la esquina de Cuaró (hoy llamada Carlos Solé) y Boulevard Artigas, en el límite entre los barrios Bella Vista y Prado. Yo vivía en el edificio de arriba del bar, por lo que gran parte de mi niñez transcurrió metido entre las mesas del boliche.
Los mozos (camareros), Walter (hincha de La Luz), el Gallego José María (hincha de Racing) y Miguelito, eran como mis tíos.
Cuando murió Tití, el bar pasó a manos de mis padres y al poco tiempo, se lo vendieron a Walter y José María. Hoy, por lo que me cuentan, solo quedan Walter y Miguel... pero el viejo y querido Bar Capitol permanece abierto peleándole al tiempo...
Los lunes por la mañana era el día elegido. En los meses de verano, cuando estaba de vacaciones, me levantaba temprano porque a las 9 comenzaban a llegar.
Recuerdo solo a algunos de aquella famosa tertulia...
Don Carlos Solé, el maestro de los relatores deportivos uruguayos.
Pablo Víctor Vaga, juez de fútbol y creador de un nuevo estilo en el arbitraje.
El Dr. Blanco (nada que ver con el canciller de la dictadura... hoy felizmente preso) uno de los tipos más simpáticos que conocí en mi vida, pero también gran, pero gran jodedor...
El “Bebe” Walter Carvidón, uno de los mejores porteros que dio el fútbol uruguayo allá por los años 40.
El Dr. “X” (no lo menciono por motivos obvios...), médico de todas las familias del barrio, y gran hincha de Rampla Jrs., además de estar siempre borracho...
El viejo Mendoza. Un enigma para todos... Levantaba quiniela clandestina en el bar. Dueño de una memoria increíble... era capaz de recitar de memoria cualquier delantera que se le pidiera.
Don Julio Moro, fundador de una de las empresas fúnebres más importante, allá en el barrio de Sayago.
Mi padrino, Don Pedro Scasso (para mí... Tití) era el propietario del Bar Capitol, ubicado en la esquina de Cuaró (hoy llamada Carlos Solé) y Boulevard Artigas, en el límite entre los barrios Bella Vista y Prado. Yo vivía en el edificio de arriba del bar, por lo que gran parte de mi niñez transcurrió metido entre las mesas del boliche.
Los mozos (camareros), Walter (hincha de La Luz), el Gallego José María (hincha de Racing) y Miguelito, eran como mis tíos.
Cuando murió Tití, el bar pasó a manos de mis padres y al poco tiempo, se lo vendieron a Walter y José María. Hoy, por lo que me cuentan, solo quedan Walter y Miguel... pero el viejo y querido Bar Capitol permanece abierto peleándole al tiempo...
Los lunes por la mañana era el día elegido. En los meses de verano, cuando estaba de vacaciones, me levantaba temprano porque a las 9 comenzaban a llegar.
Recuerdo solo a algunos de aquella famosa tertulia...
Don Carlos Solé, el maestro de los relatores deportivos uruguayos.
Pablo Víctor Vaga, juez de fútbol y creador de un nuevo estilo en el arbitraje.
El Dr. Blanco (nada que ver con el canciller de la dictadura... hoy felizmente preso) uno de los tipos más simpáticos que conocí en mi vida, pero también gran, pero gran jodedor...
El “Bebe” Walter Carvidón, uno de los mejores porteros que dio el fútbol uruguayo allá por los años 40.
El Dr. “X” (no lo menciono por motivos obvios...), médico de todas las familias del barrio, y gran hincha de Rampla Jrs., además de estar siempre borracho...
El viejo Mendoza. Un enigma para todos... Levantaba quiniela clandestina en el bar. Dueño de una memoria increíble... era capaz de recitar de memoria cualquier delantera que se le pidiera.
Don Julio Moro, fundador de una de las empresas fúnebres más importante, allá en el barrio de Sayago.
Y por supuesto, Tití... el viejo Scasso. Dueño del bar y del edificio donde vivíamos, tenía además viñedos y bodega en la zona de Pando, chacras, quintas y varios puestos de frutas y verduras en el Mercado Agrícola. Nunca pudo tener hijos, por lo que todo era para mis padres, mi hermana Pinky y para mí... Ir a la juguetería de Juancito y cerrarla media hora para nosotros solos! Un personaje el Tití... de noche antes de dormirme, pasaba por mi cuarto y mientras me rascaba la espalda me cantaba bajito un tango... "Paseo Colón... donde van los que tienen perdida la fe y el corazón...".
Y allí, entre todos esos veteranos... yo. Sentadito con mi cortado y mi media luna. Escuchando y aprendiendo...
Carlos Solé estuvo aquella tarde histórica en Maracaná. Su relato de aquel partido forma parte del Patrimonio Histórico Nacional. Contaba Solé que jamás vivió una experiencia igual. El silencio de aquellas 200.000 personas que colmaban Maracaná lastimaba. Ni él ni los jugadores tenían idea de lo que habían logrado. Solo al regresar a Montevideo y al ver el recibimiento popular entendieron aquella hazaña.
Brasil con solo empatar, era Campeao do Mundo... Venía goleando a todos sus rivales y nosotros apenas empatábamos o ganábamos por un gol.
Antes del partido, un dirigente de la delegación uruguaya ofreció una arenga al plantel: “Muchachos... solo les pido que no nos comamos 6 goles”. Ahí fue cuando Obdulio Varela, “El Negro Jefe” lo echó del vestuario y largó aquella frase que hoy es un grito de guerra... “Los de afuera son de palo...”.
El primer tiempo, Uruguay no pasaba la mitad de la cancha. Maracaná rugía y nos estaban matando a pelotazos. Termina el primer tiempo 0 a 0.
Ellos ya eran campeones... para colmo, a los pocos minutos de comenzar el segundo tiempo ocurre lo que todos suponían. Gol de Brasil... Se escapa Friaca y la pone junto al palo. Brazil Brazil Brazil... tuturututuru... O mais grande... O melhor do Mundo... 200.000 brasileros sambando en las tribunas... Se venía lo peor...
Pero comienza la leyenda...
Obdulio Varela evita que sus compañeros reanuden enseguida el partido. Toma la pelota y se la coloca bajo el brazo. Va hacia el lateral y le dice a Rodríguez Andrade, el marcador que no pudo parar a Friaca en el gol brasilero... “Pah... que vergüenza Víctor... que van a decir allá en tu barrio (Palermo, barrio de guapos y compadritos, cuna del candombe) cuando se enteren que se te fue el japonés ese y ni siquiera le tiraste una patada...” Cuando reanudaron, Friaca quiso encarar nuevamente a Rodríguez Andrade. El Negro Víctor le metió una patada en los tobillos... Mientras Friaca se retorcía de dolor, El Negro Jefe se le arrimó y mientras le acariciaba la cabeza le decía al brasilero: "Vio lo que pasa por jugar de puntero? Váyase de acá que este muchacho lo va a matar". Demás está decir que Friaca no la tocó más en todo el partido...
Mientras, Obdulio le hablaba al árbitro... un inglés llamado Reader que no entendía una palabra de español y para colmo, Obdulio le hablaba en lunfardo... “Sr. Juez, me parece que tiene que hablar con el línea, mire que para mí fue orsai...” El tal Mr. Reader no entendía nada... Obdulio siempre con la pelota bajo el brazo, lo hizo cruzar toda la cancha para que el juez hablara con el línea. Éste, un escocés... tampoco le entendía nada a los reclamos de Obdulio. De a poco, la tribuna comenzó a callar. Pasaron varios minutos con el juego detenido. El Negro Jefe había logrado su cometido.
Cuenta Osvaldo Soriano en su libro “De artistas, locos y criminales”:
“...Entonces, todo Río de Janeiro fue una explosión de júbilo; los petardos y las luces de colores se encendieron de una sola vez. Obdulio, un morocho tallado sobre piedra, fue hacia su arco vencido, levantó la pelota en silencio y la guardó entre el brazo derecho y el cuerpo. Los brasileños ardían de júbilo y pedían más goles. Ese modesto equipo uruguayo, aunque temible, era una buena presa para festejar un título mundial. Tal vez el único que supo comprender el dramatismo de ese instante, de computarlo fríamente, fue el gran Obdulio, capitán--y mucho más--de ese equipo joven que empezaba a desesperarse. Y clavó sus ojos pardos, negros, blancos, brillantes, contra tanta luz, e irguió su torso cuadrado, y caminó apenas moviendo los pies, desafiante, sin una palabra para nadie y el mundo tuvo que esperarlo tres minutos para que llegara al medio de la cancha y espetara al juez diez palabras en incomprensible castellano. No tuvo oído para los brasileños que lo insultaban porque comprendían su maniobra genial: Obdulio enfriaba los ánimos, ponía distancia entre el gol y la reanudación para que, desde entonces, el partido--y el rival--, fueran otros. Hubo un intérprete, una estirada charla--algo tediosa-- entre el juez y el morocho. El estadio estaba en silencio. Brasil ganaba uno a cero, pero por primera vez los jóvenes uruguayos comprendieron que el adversario era vulnerable. Cuando movieron la pelota, los orientales sabían que el gigante tenía miedo. Fue un aluvión. Los uruguayos atropellaban sin respetar a un rival superior pero desconcertado. Obdulio empujaba desde el medio de la cancha a los gritos, ordenando a sus compañeros. Parecía que la pelota era de él, y cuando no la tenía, era porque la había prestado por un rato a sus compañeros para que se entretuvieran. Llegó el empate. Los brasileños sintieron que estaban perdidos. El griterío de la tribuna no bastaba para dar agilidad a sus músculos, claridad a sus ideas. Las casacas celestes estaban en todas partes y les importaba un bledo del gigante. Faltaban nueve minutos para terminar cuando Uruguay marcó el tanto de la victoria. El mundo no podía creer que el coloso muriera en su propia casa, despojado de gloria.”
Ganamos 2 a 1, con goles del Pepe Schiaffino y Alcides Edgardo Ghiggia. Justamente cuenta Ghiggia que “solo el Papa, Franck Sinatra y yo, hicimos callar a Maracaná”.
Ese día hubo cientos de suicidios en Brasil. Cuentan que a la salida del estadio, el pueblo brasilero aplaudía al ómnibus de la delegación celeste. El plantel se fue a festejar a un restaurante de la playa de Copacabana. Pero faltaba uno... Obdulio Varela prefirió ir solo. Estuvo toda la noche recorriendo bares y tomando “cachaza”. Cuentan también, que al levantar la copa “Jules Rimet” vio como de las tribunas bajaba el llanto de todo un pueblo. Por eso prefirió mezclarse con ellos. Pensó que no lo iban a reconocer... No solo lo reconocieron, sino que no dejaron que pagara una sola copa en toda la noche. Cuando volvió al hotel, con el día ya amanecido, sus compañeros hacía horas ya que estaban durmiendo...
Vivimos de recuerdos... es cierto. Pero para recordar, primero tuvo que suceder... Cuántos países pueden recordar una gesta igual a la vivida aquella tarde de julio en Maracaná, cuando once leones silenciaron a 200.000? Cuántos? Por eso duele tanto ver ahora a ésta selección uruguaya. Es cierto que Brasil hace 8 años que no nos gana, pero a fuerza de penales... nos tienen de hijos. Pobre Robinho si en vez de marcarlo Lugano, lo hubiera marcado Rodríguez Andrade o el propio Obdulio...
Para el final, contaba también don Carlos Solé... al regresar la delegación, la Asociación Uruguaya de Fútbol le otorgó 250 dólares a cada jugador además de un bonito reloj de plata. Ah... los relojes para los dirigentes... aquellos mismos que pedían no perder por más de 6 goles, para esos... los relojes fueron de oro.
Gol de Ghiggia en la voz de Don Carlos Solé (mp3)
Último minuto de la final del '50 relatado por Don Carlos Solé (mp3)
De pie: Obdulio Jacinto Varela, Juan López (D.T.), Eusebio Tejera, el "Mono" Gambetta, Matías Gonzáles, Roque Máspoli y Víctor Rodríguez Andrade.
Y allí, entre todos esos veteranos... yo. Sentadito con mi cortado y mi media luna. Escuchando y aprendiendo...
Carlos Solé estuvo aquella tarde histórica en Maracaná. Su relato de aquel partido forma parte del Patrimonio Histórico Nacional. Contaba Solé que jamás vivió una experiencia igual. El silencio de aquellas 200.000 personas que colmaban Maracaná lastimaba. Ni él ni los jugadores tenían idea de lo que habían logrado. Solo al regresar a Montevideo y al ver el recibimiento popular entendieron aquella hazaña.
Brasil con solo empatar, era Campeao do Mundo... Venía goleando a todos sus rivales y nosotros apenas empatábamos o ganábamos por un gol.
Antes del partido, un dirigente de la delegación uruguaya ofreció una arenga al plantel: “Muchachos... solo les pido que no nos comamos 6 goles”. Ahí fue cuando Obdulio Varela, “El Negro Jefe” lo echó del vestuario y largó aquella frase que hoy es un grito de guerra... “Los de afuera son de palo...”.
El primer tiempo, Uruguay no pasaba la mitad de la cancha. Maracaná rugía y nos estaban matando a pelotazos. Termina el primer tiempo 0 a 0.
Ellos ya eran campeones... para colmo, a los pocos minutos de comenzar el segundo tiempo ocurre lo que todos suponían. Gol de Brasil... Se escapa Friaca y la pone junto al palo. Brazil Brazil Brazil... tuturututuru... O mais grande... O melhor do Mundo... 200.000 brasileros sambando en las tribunas... Se venía lo peor...
Pero comienza la leyenda...
Obdulio Varela evita que sus compañeros reanuden enseguida el partido. Toma la pelota y se la coloca bajo el brazo. Va hacia el lateral y le dice a Rodríguez Andrade, el marcador que no pudo parar a Friaca en el gol brasilero... “Pah... que vergüenza Víctor... que van a decir allá en tu barrio (Palermo, barrio de guapos y compadritos, cuna del candombe) cuando se enteren que se te fue el japonés ese y ni siquiera le tiraste una patada...” Cuando reanudaron, Friaca quiso encarar nuevamente a Rodríguez Andrade. El Negro Víctor le metió una patada en los tobillos... Mientras Friaca se retorcía de dolor, El Negro Jefe se le arrimó y mientras le acariciaba la cabeza le decía al brasilero: "Vio lo que pasa por jugar de puntero? Váyase de acá que este muchacho lo va a matar". Demás está decir que Friaca no la tocó más en todo el partido...
Mientras, Obdulio le hablaba al árbitro... un inglés llamado Reader que no entendía una palabra de español y para colmo, Obdulio le hablaba en lunfardo... “Sr. Juez, me parece que tiene que hablar con el línea, mire que para mí fue orsai...” El tal Mr. Reader no entendía nada... Obdulio siempre con la pelota bajo el brazo, lo hizo cruzar toda la cancha para que el juez hablara con el línea. Éste, un escocés... tampoco le entendía nada a los reclamos de Obdulio. De a poco, la tribuna comenzó a callar. Pasaron varios minutos con el juego detenido. El Negro Jefe había logrado su cometido.
Cuenta Osvaldo Soriano en su libro “De artistas, locos y criminales”:
“...Entonces, todo Río de Janeiro fue una explosión de júbilo; los petardos y las luces de colores se encendieron de una sola vez. Obdulio, un morocho tallado sobre piedra, fue hacia su arco vencido, levantó la pelota en silencio y la guardó entre el brazo derecho y el cuerpo. Los brasileños ardían de júbilo y pedían más goles. Ese modesto equipo uruguayo, aunque temible, era una buena presa para festejar un título mundial. Tal vez el único que supo comprender el dramatismo de ese instante, de computarlo fríamente, fue el gran Obdulio, capitán--y mucho más--de ese equipo joven que empezaba a desesperarse. Y clavó sus ojos pardos, negros, blancos, brillantes, contra tanta luz, e irguió su torso cuadrado, y caminó apenas moviendo los pies, desafiante, sin una palabra para nadie y el mundo tuvo que esperarlo tres minutos para que llegara al medio de la cancha y espetara al juez diez palabras en incomprensible castellano. No tuvo oído para los brasileños que lo insultaban porque comprendían su maniobra genial: Obdulio enfriaba los ánimos, ponía distancia entre el gol y la reanudación para que, desde entonces, el partido--y el rival--, fueran otros. Hubo un intérprete, una estirada charla--algo tediosa-- entre el juez y el morocho. El estadio estaba en silencio. Brasil ganaba uno a cero, pero por primera vez los jóvenes uruguayos comprendieron que el adversario era vulnerable. Cuando movieron la pelota, los orientales sabían que el gigante tenía miedo. Fue un aluvión. Los uruguayos atropellaban sin respetar a un rival superior pero desconcertado. Obdulio empujaba desde el medio de la cancha a los gritos, ordenando a sus compañeros. Parecía que la pelota era de él, y cuando no la tenía, era porque la había prestado por un rato a sus compañeros para que se entretuvieran. Llegó el empate. Los brasileños sintieron que estaban perdidos. El griterío de la tribuna no bastaba para dar agilidad a sus músculos, claridad a sus ideas. Las casacas celestes estaban en todas partes y les importaba un bledo del gigante. Faltaban nueve minutos para terminar cuando Uruguay marcó el tanto de la victoria. El mundo no podía creer que el coloso muriera en su propia casa, despojado de gloria.”
Ganamos 2 a 1, con goles del Pepe Schiaffino y Alcides Edgardo Ghiggia. Justamente cuenta Ghiggia que “solo el Papa, Franck Sinatra y yo, hicimos callar a Maracaná”.
Ese día hubo cientos de suicidios en Brasil. Cuentan que a la salida del estadio, el pueblo brasilero aplaudía al ómnibus de la delegación celeste. El plantel se fue a festejar a un restaurante de la playa de Copacabana. Pero faltaba uno... Obdulio Varela prefirió ir solo. Estuvo toda la noche recorriendo bares y tomando “cachaza”. Cuentan también, que al levantar la copa “Jules Rimet” vio como de las tribunas bajaba el llanto de todo un pueblo. Por eso prefirió mezclarse con ellos. Pensó que no lo iban a reconocer... No solo lo reconocieron, sino que no dejaron que pagara una sola copa en toda la noche. Cuando volvió al hotel, con el día ya amanecido, sus compañeros hacía horas ya que estaban durmiendo...
Vivimos de recuerdos... es cierto. Pero para recordar, primero tuvo que suceder... Cuántos países pueden recordar una gesta igual a la vivida aquella tarde de julio en Maracaná, cuando once leones silenciaron a 200.000? Cuántos? Por eso duele tanto ver ahora a ésta selección uruguaya. Es cierto que Brasil hace 8 años que no nos gana, pero a fuerza de penales... nos tienen de hijos. Pobre Robinho si en vez de marcarlo Lugano, lo hubiera marcado Rodríguez Andrade o el propio Obdulio...
Para el final, contaba también don Carlos Solé... al regresar la delegación, la Asociación Uruguaya de Fútbol le otorgó 250 dólares a cada jugador además de un bonito reloj de plata. Ah... los relojes para los dirigentes... aquellos mismos que pedían no perder por más de 6 goles, para esos... los relojes fueron de oro.
Gol de Ghiggia en la voz de Don Carlos Solé (mp3)
Último minuto de la final del '50 relatado por Don Carlos Solé (mp3)
De pie: Obdulio Jacinto Varela, Juan López (D.T.), Eusebio Tejera, el "Mono" Gambetta, Matías Gonzáles, Roque Máspoli y Víctor Rodríguez Andrade.
Agachados: Alcides Ghiggia, Julio Pérez, el "Cotorra" Míguez, Schiaffino y el "Tiza" Morán.
13 comentarios:
Gracias Gato por este post.
Me emocionó, de veras.
Que más te podría decir.... Vamo´ Uruguay que no ni no!!
Un abrazo
José
Sin comentarios querido Gato.
Para mi que crecí llendo a ver al C.A Cerro los domingos con mi padre y mi hermano... leer esto y escuchar los relatos de la selección es divino y dada la lejanía masoquista. Estoy que me deshidrato...buaaa!!!
Gracias
Qué emoción tendrás Gato, que estoy yo medio emocionada! Y eso que no he podido cargar los audios ( volveré a intentarlo en otro momento) . ¡Y Dieguito Forlán al Atletico! ...Besos
HOLA GATO ,COMO DICE QUE LE VA , LE MANDE ALGUNAS FOTOS DEL 50 , LO MEJOR DEL ARTICULO ES QUE HAY OTRO HINCHA DE RACING ( YA SOMOS 3 JAJAJA ) MUY LINDO TODO , ME EMOCIONA MAS LOS COMENTARIOS ,DEL BOLICHE ,EL BARRIO ,Y LOS RECUERDOS ,QUE EL FUTBOL (QUE ME GUSTA) PERO SERA LA ACTUALIDAD DEL FUTBOL HOY QUE DECEPCIONA ,POR SU MEMORIA AMNESICA ACTUAL .
COMO DIJO GUARNERIO ,UNA DE "FOFOTIMOL" Y SEGUIMOS PEDALEANDO ,UN ABRAZO
PITINGO //LANZAROTE
Que buen relato amigo gatuno!! Esas era hazañas futbolísticas. Yo me quedé esperando el domingo pasado que los nuestros metieran 3 goles en los últimos 5 minutos y nada, nos ganaron bien los brasileros por 3 a 0. Otra vez se nos escapó la Copa América, otra vez un título internacional que pasa por el costado. Y eso que teníamos un buen equipo.
Tu relato impecable, como siempre.
Besoss Gato!!!
Querido Gato: ¿Cómo es posible que usted no supiera la existencia de mi otro blog?. Por supuesto que lo perdono porque veo que anda usted siempre más lento que el ritmo de la humanidad y eso es MUY bueno. Pasé a leerlo y a dejarle un beso. Gracias por su visita. Besos.
Susana (Darno, Casco de sueños, Salvador Puig, Oferta Laboral... ¿sigo?)
GATO LEI EL COMENTARIO DE SUSANA Y ESTA EL NOMBRE DE SALVADOR PUIG Y CONOZCO A TRES , AL HERMANO DE MI ABUELO UN PROFESOR "LATA" DE CERRO LARGO , A UN TIO EL POETA (HERMANO DE BARRET PUIG) BECQUER PUIG QUE FIRMA COMO SALVADOR PUIG Y POR ULTIMO A SALVADOR PUIG ANTICH , A CUAL SE REFIERE Y DONDE PUEDO LEER ALGO ,ME TIRA LINEA ,UN ABRAZO
PITINGO /LANZAROTE
como historiaa es genial, la canción me encantó!
pero no me gusta el futbol asi que un plus por tu idoneidad al momento de escribir!
saludos!
Hola Pitingo: acá Susana.
Me refiero a Salvador Bécquer Puig, el poeta. Podés visitar el blog http://salvadorpuig.blogspot.com/
Aún lo estoy armando, pero ya está en condiciones de ser visitado.
Pasame tu blog así te visito.
Un beso. Susana
José:
Confieso que leyendo tu blog fue que me acordé de la fecha. Un abrazo.
guada:
Qué bueno verte por acá! Nena... ahora resulta que extrañás Valencia? Decile a tu viejo si se acuerda de aquel Cerro del '75: Rodolfo, JV Morales, Techera, Galarraga, el petiso Gómez... Le empatamos con dos goles de Morena, pero era un cuadrazo. Beso grande!
luna:
Vaya preparándose... mire que apenas pise suelo montevideano le van a hablar de Maracaná y no sea cosa que usted después no me diga que yo no le avisé. Ahora ya sabe todito lo que ocurrió. Besos.
Pitingo: Gracias por las fotos. Es cierto, parece que hay solo 3 hinchas de los de Sayago. Pero mirá que el gallego Jose María del boliche decía que era de Racing pero sospecho que era de Nacional. Bah... igual que vos.
dosto:
Te acordás cuando te levanté el centro con una piedrita y vos te tiraste en palomita y la cabeceaste y te abriste la frente? Y eso que te dije que iba a media altura pero no hay caso... vos y tu maldita sed goleadora... La verdad es que los brasileros nos tienen de hijos.. a ustedes y a nosotros no te digo nada. Para mi gusto, Argentina tenía mucho más equipo que Brasil, pero a Riquelme siempre le pasa algo en los partidos grandes... y si no, preguntale a los hinchas del Villareal... Un beso!
Susana:
Yo también pasé a leerla. Aquello de los haikus, me sigue? Otro beso.
chica pánica:
Gracias por tu visita. Si no te gusta el fútbol y llegaste al final de la historia... no sabés lo que contento que me dejás. Saludos!
Gabriel,
Te invito a participar inscribiendo tu blog en el Directorio de Páginas
Personales que estoy construyendo. Por favor visita
http://victoraugustobarrera.googlepages.com/directorio.
Espero contar con tu participación!
GRACIAS SUSANA , BECQUER ES PRIMO HERMANO DE MI VIEJO , VOY AHORA A VISITAR EL BLOG ,Y GATO EL GLORIOSO MONTEVIDEO RACING CLUB ,PARA TU CONOCIMIENTO NACIO EN EL REDUCTO , Y SUS PRIMERAS CANCHAS ESTABAN POR LA CALLE GARCIA PEÑA , Y TAMBIEN POR BURGUES Y BULEVAR ARTIGAS , DE ALLI SALIERON LADISLAO "MAZURKA","CASCARILLA" MORALES ,LOS VERGARA,LOS CORBO, ALGO SE TUVO ,UN ABRAZO
PITINGO // LANZAROTE
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