domingo, 23 de agosto de 2020

 

Federico:
Quería que supieras que sin saberlo, fui detrás de tus pasos.
Hemos pisado las mismas calles, los mismos bares.
Granada, Madrid, Montevideo, Buenos Aires y Nueva York...
Pero fue en aquella mañana de primavera granaína, cuando te sentí pájaro, tomillo, romero y agua fresca. Mientras subía a La Alhambra por la Cuesta del Rey Chico, tu alma granadina me revoloteaba entero, trayéndome vientos lejanos con sonidos de mi niñez.
Un día como hoy, te asesinaron... “por rojo, masón y maricón”, según dicta tu sentencia de muerte.
Pero venciste…
Vos estás vivo con cada estreno de la Bernarda, Doña Rosita o Yerma.
Vos renacés en cada página del Romancero Gitano, de Poema del cante jondo o de Poeta en Nueva York.
Vos estás y para siempre, en los caminos polvorientos de mi alma.
Vos estás siempre presente, en mis paganas oraciones.
Y fue en Granada donde elegí estos versos de "Poeta en Nueva York", versos que grité junto a mis poetas nazaríes desde el Albayzín, junto al Darro y debajo de la “Torre de Comares”... -Qué viva Federico! Y qué viva la Poesía!-
"Las cosas que se van no vuelven nunca
todo el mundo lo sabe,
y entre el claro gentío de los vientos
es inútil quejarse.
¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?
¡es inútil quejarse!
Sin ningún viento,
¡hazme caso!
gira, corazón;
gira, corazón."

Federico García Lorca
5 de junio 1898 – 18 de agosto de 1936