jueves, 2 de octubre de 2008

Hasta el otro carnaval...

Dos veces en menos de quince días...

Otra vez ese olor a pasillo de hospital que lo inunda todo.

Otra vez solos frente a tantas vidas...

Unas que se van... las otras que se aferran asidas... atadas a las metálicas camas...

Y nosotros y digo nosotros porque éramos mi alma y yo, las que le pedíamos a la vida otra vez que se agitara nerviosa, que puteara, que carajeara, que hiciera algo... pero que no se nos vaya.

Y no se fue... cómo habría de irse si aún queda tanto y tanto por hacer?

Atrás queda lo que alguna vez lloré a la luna mientras le recitaba a Falco, también en tiempos de tristecías como éstos...


“Calle amarga

donde es triste vernos

vestidos de fantasmas

donde todo es triste

porque fue

y no ha sido.

Porque ya ha pasado

y porque el tiempo es triste.”

(Esta calle vieja (fragmento) – Líber Falco)


Aún no logro descifrar por qué el tiempo es triste... “maldito corazón” me digo... pero no, al ratito nomás ya lo perdoné. O debo culpar quizás a mis sesenta cigarrillos diarios. Admito que podré ser cualquier cosa pero desagradecido... jamás. Si yo fui capaz de disfrutar de cada uno de ellos, del olor a tabaco que impregnaba mi ropa, del humo que subía denso mezclándose con el vapor del mate recién cebado...

Yo se el motivo.

Yo conozco al culpable de este tiempo triste.

Cuando dejo de dar vueltas y más vueltas... cuando me detengo un instante... es entonces cuando se me aparece una vieja canción de Jaime...


“...baldosas...
baldosas partidas hace años
recuerdos que me hicieron daño
por la calle Convención
y un día...
un día te veré contento
el día que te abrace el viento
de Durazno y Convención”


Hace ya siete años que no piso aquellas baldosas...

Siete años lejos de Montevideo... mi Dama de gris... la que me acunó, la que en noches de mostrador y luna llena me abrazaba... la misma Montevideo que supo esconderme cuando por sus calles corrían lobos salvajes en tiempos de dictadura...

Montevideo y sus calles y esquinas, con coros de murgas y latas con malvones en flor.

Hay una imagen de mi infancia allá en el Prado que no la podré olvidar mientras viva... Yo tenía 5 años y en una noche de febrero, cuando Montevideo se pinta la cara, en la esquina de Cuaró y Gil, a pocos metros de mi casa... frente al almacén de Montserrat, paró un camión que tenía un cartel pintado a mano: “Asaltantes con Patente 1966”.

Al escuchar el sonido a “marcha camión” del bombo, platillos y redoblante, los vecinos salían de sus casas...

De pronto se formó la murga y aquella inmensa figura del carnaval de todos los tiempos, el inmortal Antonio Casaravilla “Cachela” dio el “tré...” y aquel coro de murga llenó el barrio entero con un “...saludo cordial, brindan los Asaltantes...”.

Mientras la gente acompañaba haciendo palmas, el “guacherío”... o sea nosotros, jugábamos pateando piedritas de un lado a otro de la calle. Pero a Cachela, yo lo vi.

Esa imagen jamás la olvidaré mientras viva...

Por ahora les digo que me quedo por acá.

No tengo fuerzas para seguir escribiendo.

Quienes me conocen saben de sobra que esto no es una despedida definitiva.

Me quedan muchas cosas para contar... por ejemplo... contar que pocos días antes de toda esta locura de electrocardiogramas, cateter y angioplastias... pude pasear por las calles de la vieja Madrid de la mano de Amelie. Agradecerle a la vida... entre otras cosas de haberme dado la posibilidad de seguir conociendo a gente buena. Y cuando digo buena es solo por hablar de buena gente.

Me queda pendiente también hablar de mi “primo”, el otro Gabriel... el que está en Brasil, del abrazo que nos dimos en Madrid con Julito García, de la lluvia que nos empapaba lentamente mientras caminábamos riéndonos por las calles de Canillejas... o del encuentro de mis hermanas de vida allá en Montevideo... Lucía, Casandra y Fiore a las que en pocos días más se sumará Amelie, la madrileña más montevideana que yo haya conocido.

Dije y quedó escrito alguna vez por ahí, que pocas cosas me emocionan más que un coro de murga cuando comienza a entonar la retirada. Pero no lo sabía hasta que pude comprobarlo... también estar frente a frente con el Gernika de Picasso me produjo esa sensación de agobio... Primero empecé a pucherear, apretando los labios... después nos miramos a los ojos fijamente con una japonesa que estaba a mi lado y ahí nos largamos los dos a llorar a moco tendido. El Gernika, Picasso y yo... otra utopía que dejaba de serlo...

Por todo eso es que dentro de un tiempo retomaré el blog... lo se.

Pero mientras tanto, dejo que ese gato bohemio, arisco y cariñoso a la vez, bolche y cada vez más anarco,

amante de las milongas de Alfredo,

de Fernando Cabrera y de Dino, compañero en el tiempo en el que le tocó vivir de Darnauchans y de Macunaíma... este gato al que por las noches y en tiempos no menos tristes que este, se le da por subir a los tejados y recitarle a la luna poemas de Falco o contarle cuentos de “Paco” Espínola... A este gato, al que suelen visitarlo los duendes y aquellos que ya levantaron vuelo... porque yo a Marosa Di Giorgio la vi venir volando con su vestido verde y sentarse junto al gato y verlos abrazados y ya amanecidos... juro que es cierto.

Es entonces que le doy un descanso al gato utópico... a mi querido gato utópico.

Ahora mismo comienza la retirada... la murguita que se forma y yo no se si es Cachela o Pepino o el mismísimo Pitufo quien dará el “tré” esta vez... Solo se que ya la murga comenzó a cantar la retirada y yo le brindo mis mejores aplausitos.

A todos gracias.

Hasta el mañana.



Boomp3.com

“Llegó la hora, se va el camión
mudanza con destino a otro tablado
la murga va reviviendo la emoción
promesa eterna que hizo para regresar.

Llegó la hora de nuestro adiós
la vida está hecha de momentos
de un tiempo que para siempre ya se fue
y de otro tiempo que vuelve a comenzar...

Llegó la hora, se va el camión...”
Retirada 2001 de Contrafarsa
Letra: Alvaro García (nuestro actual Ministro de Economía!!!)