jueves, 7 de mayo de 2009

Damasco...


De niño me pasaba largas horas observando mapas.
Disfrutaba pensando como sería un punto cualquiera de aquellos mapas, como vivirían sus habitantes y daba rienda suelta a la imaginación.
Pero había una ciudad, un nombre... que llamó siempre mi atención.
Damasco... la capital de Siria.
Con ese nombre, la gente del lugar sería una dulzura, pensaba yo con mis 8 años.
Hasta llegué a imaginarme el aire impregnado del olor a esa fruta.
Entonces yo le pedía a mamá que comprara damascos en la feria y luego... cerraba los ojos y los olía.
Solo para saber como sería vivir en Siria...

(Damasco... también llamado en España albaricoque).
Foto: Damasco, Siria (camaraviajera.com)

4 comentarios:

Unknown dijo...

Un posteo precioso Gato. Sentí ese olor. Cuando yo era chico había un árbol de damasco en el fondo de casa, pero daba un solo damasco y no todos los años. No sabés cómo lo esperábamos...
Qué lindo que está escrito esto.
¿te vas para Siria o decidiste quedarte en Denia?

Bea dijo...

Sentí el aroma desde aquí.
Mi Padre me había plantado un Granado.
No tenía perfume...pero qué hermoso color el de sus granos!
¿Sería por eso que a Papi le gustaban tanto las rosas rojas?

Fragmentos dijo...

Pocos perfumes y sabores se igualan con el del damasco. Debe ser fascinante ademas investigar a fondo la historia de ciudades tan antiguas como esa o Bagdad, la que siempre renace. También hay una tela de tapiceria creo, llamada asi, yo la imagino exquisita, brillante, como lo mejor de medio oriente...no sé.
Y nada mejor que damascos secos en la heladera para matar el gusanillo!!
Me tentaste!!
Beso, Dafne.

Elizabeth dijo...

Como fonoaudióloga opino que es una palabra con gran musicalidad
(por las vocales abiertas) y variedad fonética, que permite que lengua, labios, aire y velo palatino se concatenen en sus movimientos hasta formar el hermoso vocablo: DAMASCO
La palabra me motivó a postear en mi blog una receta especial de mi autoría. Pueden visitarla...en unos días.