martes, 1 de junio de 2010

La Banda de los corazones exagerados.


Aquel hombre había sido detenido durante el frío invierno, a la hora en que nadie sabe cuando llegará la primavera. Lo interrogaron por días y días. Querían nombres, saber donde se reunían, quien los dirigía…
No lograron arrancarle una sola palabra, pero lo que más hacía sentir a sus captores como si fueran vulgares enanos de jardín, era no poder quitarle aquella sonrisa permanente.
Y su mirada… les clavaba la mirada como si fueran puñales.
La sonrisa y la mirada firme… era demasiado para ellos, tristes enemigos de lo sencillo, de lo cotidiano y lo efímero.
El hombre había adoptado una técnica para enfrentarse a aquella pesadilla y pudo comprobar que le estaba dando buen resultado. Su método consistía en recordar aquellos viejos poemas escritos en servilletas de bar.
Así fue que recordó cuando Marosa escribía sentada en el viejo Sorocabana:
“…un picaflor le trabaja el sexo
ella brama y llora
y el pájaro no se detiene."

Luego, aquel poema de Idea Vilariño dedicado a Onetti…
“No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca
no volveré a tocarte
no te veré morir…"

Y de pronto recordó la figura del viejo Angel González llegando a su casa… esquivando gatos y farolas…

Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...
Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.

Fue aquella vez, cuando escuchó ese poema dicho al oído por el propio Angel que decidió formar parte y ya para siempre de la Banda de los corazones exagerados.
Recordaba muy bien ese momento. Ocurrió cuando las enfermeras cerraron las cortinas y se llevaron al hombre que estaba en la cama de al lado.
Apenas una hora antes, habían estado hablando de la vida y sus vicisitudes… jurándose ambos que cuando salieran de aquel hospital se tomarían unas cuantas cañas bajo el sol mediterráneo.
No pudo ser…
Pero a partir de ese instante, de ese momento en donde todo se detiene, cuando la muerte ronda cercana a vos… y entonces comprobás que ya nada será lo mismo.
Y así transcurrían las horas, en el lugar donde el tiempo se detuvo para siempre.
Y no pudieron… no lograron arrancarle nada.
Él seguía sonriendo y desarmándolos con su sonrisa… aunque a veces la sonrisa no es más que otra forma de expresar tanta tristeza.
Cuando se enfrentó al jurado, sabía de antemano que sería condenado.
Aquellas personas no sabían nada acerca de él… pero acaso les importaba saberlo?
No sabían nada de sus viejos fantasmas, de cómo iba por el mundo cargando aquellas maletas vacías donde solo el que es capaz de vibrar y sentir puede ver su contenido… el amarillo de un cuadro de Torres García, dos o tres acordes de una milonga de Alfredo, un poema de Líber Falco escrito en el sobre de una carta que nunca llegó, las voces de un coro murguero, el sonido de la playa Malvín en los días de tormenta… las fotos de sus hijos y una esquela escrita por la mujer que amó: “Andá y escuchá tu corazón”.

Culpable, sin duda alguna.

Reconocido por varios testigos como integrante de la Banda de los corazones exagerados.
Con cargos de sedición y pertenencia a banda de locos y suicidas capaces de subvertir el orden.
Hallado culpable por seguir creyendo que un mundo mejor es posible y condenado al peor de los castigos, el olvido ya para siempre.
Mientras el juez leía el veredicto, aquel hombre permanecía con la mirada ahora perdida y aquella sonrisa… Fue entonces cuando pidió la palabra y comenzó a decir un poema de Léon Felipe:

Hermano... tuya es la hacienda...
la casa, el caballo y la pistola...
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡mudo!...
Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?

y se la llevó… el muy hijo de puta se la llevó nomás.
Ahora… ahora el mundo anda en silencio y ya nadie se acuerda de él.

(Recibí un correo de Ce con un poema de Rodolfo Braceli… así que para realizar cualquier queja, por favor  dirigirse a algún lugar de Buenos Aires… allá donde vean una bandada de bichitos de luz)

Poema 43

Mi prontuario es desalentador,

agrava las cosas:

..."Madera indiscriminada,
alegría sonora,
alarde de ternura.
No hacen falta los etcéteras."

Para alivianar la pena
mi defensor ha alegado:

"Aire en demasía en los pulmones,
sangre que no cabe
y se atraganta en las venas,
un corazón exagerado,
un demasiado corazón".

Espero el veredicto
en una celda descaradamente pulcra.

Rodolfo Braceli

7 comentarios:

ce dijo...

che, gato, no te delates...demasiado ya con ser un demasiado corazón para encima andar gritandoló así a los cuatro vientos! van a descubrir tu logia y te van a hacer pedacitos. adónde vamos a ir buscarte después????? Cuesta mucho trabajo recomponer un corazón de ese tamaño. Yo que vos sería más cauteloso en la repartición de ternura. No es cuestión, hombre!

el gato utópico dijo...

ce:
mi logia? ja!
si vos sos la ideóloga de la banda... andá!
joder... no debí decirlo!
bueno no importa, total... ya casi nadie lee, así que no hay problema de que vayan por vos...

Anónimo dijo...

Bueno, bueno... eso de que ya casi nadie lee... ;-)). Yo os leo a ambos, pero tranquilos... vuestro secreto, el secreto de los corazones inconmensurables se queda aquí, entre caminantes utópicos.
La verdad es que es curioso que ambos hayáis tocado los temas cardiacos justo hoy... enormes, enormes los versos de Marosa, si la cosa va de corazones, valga decir que el mío se quedó apresado entre las sílabas de esas líneas...
Un saludo y que no deje de latir...
María

el gato utópico dijo...

María... lo dije para que te sintieras tocada. Vi tu comentario en el blog de Ce y me alegró tanto... pero no es para nada curioso que ambos hayamos hablado de corazones. Al final del post, aclaro que todo fue provocado por un poema que me envió Ce.
Marosa... viste lo que puede llegar a decir en tres versos? Acabo de contarlas... son 16 palabras y dicen más que todo lo que yo pueda escribir... 16 palabras... joder.

Anónimo dijo...

Tú quieres matarme, Gato... ;-)) Primero me plantas delante las 16 palabras de Marosa (sí, impresionantes, sobre todo por la imagen que evocan, que me corta la respiración, que me resulta novísima, inédita) y ahora la "madera indiscriminada" de Braceli... Me hago eco, pero multiplicado: ¡joder!, ¡joder!
Muy, muy peligroso para mi miocardio este blog tuyo, Gato-
;-)).
Gracias por darnos a conocer tantas cosas buenas.

María

el gato utópico dijo...

María... o yo no me explico bien o vos no me querés entender. Dije y digo... que el poema me lo mandó la asesina de Ce... queda claro? no tengo absolutamente nada que ver con ello. Ahora, lo de Marosa sí, ves? confieso que fue un golpe bajo. Pero vos no podés hablar de miocardio, no seas yegua María... no lo seas... Ayer fui a la Feria del Libro y tururururururuuuuuuu conseguí La flor de lis de Marosa... y encima, baratísimo... Marosa, la Ce, el Braceli, yo, vos, y todos los que rajen... que nunca falten...

Anónimo dijo...

Jajajaa, vale, vale... retiro la palabra "miocardio".
¡Disfruta del día de fiesta!

María