sábado, 26 de septiembre de 2009

Granada


¡Qué lejos por mares, campos y montañas!
Ya otros soles miran mi cabeza cana.
Nunca fui a Granada.

Mi cabeza cana, los años perdidos.
Quiero hallar los viejos, borrados caminos.
Nunca vi Granada.
.
Dadle un ramo verde de luz a mi mano.
Una rienda corta y un galope largo.
Nunca entré en Granada.

Rafael Alberti
(Balada del que nunca fue a Granada)


Rosa León - Balada del que nunca fue a Granada




Nosotros sí, Rafael… nosotros sí.
Recién llegamos de Granada y aún no puedo dejar de pensar, oler y sonreír por Granada.
De todas… la más mora..
A cada paso, en cada esquina el asombro por lo hasta ahora nunca visto, nunca sentido, jamás vivido. Cruzar una y otra vez el Albayzín por la Carrera del Darro, llegar al Paseo de los Tristes y subir por la Cuesta de Chapiz hasta llegar al barrio gitano del Sacromonte. Recorrer sus bares y entre tapas y sangría hacer noche en el Realejo.
Albayzín, Realejo, Sacromonte y el duende de Federico por toda Granada.
La luna lunera, judía y mora que brilla sobre la Torre del Agua, el aroma a romero de la Cuesta del Rey Chico, la sangre derramada en mil batallas… todo me recuerda a Federico…
Granada es a Federico lo que Federico García Lorca es a la poesía.
Para un caminante que proviene de un lugar al sur del Sur que apenas tiene 283 años de vida, dormir en una posada del Siglo XV, donde desde su terraza se ve día y noche la Alhambra no es poca cosa.
La Alhambra es mucho...
Ella está ahí arriba, lo ve todo, lo escucha todo, lo sabe todo. Desde aquel rey nazarí que mandó a poner la primera piedra en 1238 hasta este presente, la Alhambra mantiene la belleza de sus jardines, de sus palacios y sus torres, pero también tiene la ética y el orgullo de los que perdieron.
Aquellos que la construyeron, los que vivieron aquel esplendor donde la poesía y el arte eran necesarios para el alma... son los mismos que hoy tienen que cruzar en patera...

Desde el mirador de la Plaza de San Nicolás vimos atardecer en los muros de la Alhambra.
Mientras el sol rojo se incrustaba en sus paredes, un grupo de gitanos cantaba por bulería.
No hacían palmas como Currito “El Palmo” ni cantaban como Camarón… pero se agradecía la magia.
El sol que se ponía en el horizonte, los muros rojos de la Alhambra, aquel cante gitano subiendo y subiendo…
Eso es Granada.

Alhambra

Grata la voz del agua
a quien abrumaron negras arenas,
grato a la mano cóncava
el mármol circular de la columna,
gratos los finos laberintos del agua
entre los limoneros,
grata la música del zéjel,
grato el amor y grata la plegaria
dirigida a un Dios que está solo,
grato el jazmín.

Vano el alfanje
ante las largas lanzas de los muchos,
vano ser el mejor.
Grato sentir o presentir, rey doliente,
que tus dulzuras son adioses,
que te será negada la llave,
que la cruz del infiel borrará la luna,
que la tarde que miras es la última.

Jorge Luis Borges (Poema escrito en la pared de entrada a la Alhambra)















5 comentarios:

Luciano dijo...

Qué hermosa ciudad.
Y no puede faltar el mate, claro :P

Elizabeth dijo...

¡Muchas gracias por este precioso viaje! Lo disfruté muchísimo.

FLACA dijo...

De las cosas que mas he querido en la vida es estar allí. ¡Bien por vos!... Las fotos están divinas, ya sé que el viaje estuvo mejor. Un abrazo.

ce dijo...

hola gato! son las once de la noche en buenos aires, acabo de volver a casa con todo el trajín de la ciudad y del sábado. Por suerte en casa me estaban esperando Granada y Federico y una copa de vino. Y me dieron ganas de escuchar a Paco Ibañez cantando ese poema de Alberti, y qué bueno que me saqué de encima la ciudad en que vivo para llegar adonde estuvieron ustedes estos días. Pucha, qué facil es, y qué lindo! Abrazos.

amelie dijo...

Mi querido amigo:

Yo en sus tierras (levantinas) y usté en Granada jajaja... La vida es pura magia.

Tengo unos cuantos cuentos maravillosos de este lugar mágico del que hablas hoy, querido amigo. Me emociono con sólo leerte y ver que descubriste lugares hermosos por los que yo paseé hace no tanto...

Un beso grande en mi vuelta a los Madriles