lunes, 21 de septiembre de 2009

Peñarol... el más grande de Sudamérica.

Peñarol de 1966
Arriba: Omar Caetano, Ladislao Mazurkiewicz, Néstor Gonçalvez, Nelson Díaz, Juan Lezcano, Pablo Forlán y Roque Máspoli. Abajo: Julio César Abbadie, Pedro Rocha, Alberto Spencer, Julio C. Cortés y Víctor Joya.

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Se vienen las elecciones en Uruguay pero lo primero es lo primero… Peñarol acaba de se
r declarado por la IFFHS (Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Fútbol) como el “Club del Siglo XX” de Sudamérica.

El 28 de setiembre de 1891, Frank Hudson fue elegido como primer presidente de un nuevo club deportivo. El CURCC (Central Uruguay Raywall Cricket Club) que nacía a impulsos de un grupo de obreros del ferrocarril, en la histórica asamblea realizada en los talleres ferroviarios de la Villa de Peñarol. Al cierre de su discurso, Hudson lanzó aquella frase que marcaría para siempre los destinos del club:

“Serás eterno como el tiempo y florecerás en cada primavera…”.

La idea de aquellos ingleses locos que corrían detrás de una pelota fue tomada por la gente que sentía como propia aquella idea de sentir el fútbol. Aquel equipo fundado al norte de la ciudad de Montevideo rápidamente creció y echó a andar cambiando su nombre por el de Club Atlético Peñarol.
Su primera cancha estaba situada en el barrio “de los Pocitos” (como se decía en aquella época). Mi padrino, el viejo Scasso que por cierto era hincha de Nacional, me contaba historias acerca de uno de los primeros ídolos de aquel Peñarol de comienzos de siglo, el “Maestro” José Piendibene. Considerado por testigos de la época como uno de los mejores jugadores uruguayos de todos los tiempos, Piendibene jugaba en aquel Peñarol donde también lo hacían Isabelino Gradín, el inglés y eterno capitán Jhon Harley, Roberto Scarone y en la defensa... la famosa "Cortina Metálica de Gildeón Silva, Lorenzo Fernández y Alvaro Gestido.

Después fue mi padre quien se encargó de hablarme de una de las épocas más gloriosas de Peñarol… la década del 40.
Recuerdo que el viejo Tuya se emocionaba contándome acerca de jugadores como Severino Varela, Oscar Chirimini, el “Tigre” Young, Pedro Lago, Enrique Ballesteros…

Típico café montevideano (Revista Life, 1941)

Por aquellos años, Montevideo era un hervidero cultural. Se abrían cines en todos sus barrios y las “matinées” eran testigos de aquel primer beso “robado” mientras Humphrey Bogart derretía a las “percantas” desde la pantalla con su… “tócala de nuevo, Sam”.
Los míticos cafés congregaban a la florinata de la cultura. En el “Ateneo”, ubicado en la Plaza Cagancha, uno podía encontrarse con figuras de la talla de los maestros Osvaldo Pugliese, José D’Arienzo o Francisco Canaro. Fue justamente Canaro quien una noche en el Ateneo escuchó cantar a un jovencito que lo impactaría. Allí nació la carrera profesional de Carlitos Roldán, considerados por muchos como el mejor cantante uruguayo de tango. Del otro lado de la Plaza, estaba el “Café Metro” y su famosa tertulia literaria que la integraban entre otros el “Paco” Espínola y Juan Carlos Onetti…

La Av. 18 de Julio en 1941 (Revista Life)

A finales de los ’40 llegan a Peñarol Roque Máspoli, el “Carajito” Vázquez, Agustín Prado y… de pie señores… el “Negro Jefe”… el más grande entre los grandes, Obdulio Jacinto Varela, el “León” de Maracaná.
Nacía así la “Máquina del 49” de Peñarol.


La famosa "Máquina del '49"

Papá me habló tanto de aquel equipo que con el tiempo terminé aprendiéndolo de memoria… Pereyra Natero, Hugo y Possamai; González, Obdulio Varela y Ortuño en línea media; y la delantera… Ghiggia, Hohberg, Miguez, Schiaffino y Vidal.
Para mi viejo, el “Flaco” Schiaffino fue un fenómeno pero fiel a la costumbre uruguaya solía decir… “pero el hermano era mejor”. No son pocos los que coinciden en que Raúl fue un genio del fútbol. Lamentablemente una lesión de rodilla hizo que dejara el fútbol siendo muy joven.



Después llegó la otra época gloriosa de los aurinegros, la del ’60. Quizás mi amor por el fútbol venga de aquellas tertulias del bar “Capitol” donde participaban Carlitos Solé, Don Julio Moro, el árbitro Pablo Víctor Vaga, el Dr. Areosa, el “Bebe” Carvidón y por supuesto mi padrino, el “Viejo” Scasso que era dueño del bar. Yo los escuchaba hablar horas y horas acerca de fútbol y política. Aún recuerdo los cortados y las medialunas rellenas de jamón y queso que me preparaban Walter y José María, los mozos del bar. (Léase: "Aquella mesa del bar")

Algunas veces, Carlos Solé me llevaba al estadio y me sentaba delante de la cabina. Fue así que conocí a varios periodistas de Radio Sarandí... El "Cacho" Barizzoni, Bazzani, el Dr. Jorge Da Silveira (aún conservo una emotiva carta que me envió el "Toto" hace un par de años). Para mi felicidad podía ver la “Reserva” y el “Primero”. Y no solo de Peñarol… Recuerdo grandes equipos de Nacional, Rampla, Wanderers y de Racing… a aquel equipo de Sayago nos costaba ganarle. Tan es así que lo apodaban “la sombra negra de Peñarol”. Sandoval, Alayón, Miguel Sesser, los hermanos Corbo, el “Chango” Díaz, Mariolo Bergara, el “Beto” Gil y Pablo Boix son algunos de los nombres que recuerdo de aquel Racing.

Pero habí a llegado aquel ecuatoriano… Alberto Pedro Spencer se llamaba...
Integra nte de mi propia trilogía de ídolos… Alberto Spencer, Julio César Jimenéz y Fernando Morena.
Aquel P eñarol de Mazurkiewicz, Lezcano y Varela, Forlán, Gonçalvez y Caetano, Abbadie, Rocha, Silva, Spencer y Joya…
Ganadores de todo.
El fútbol a la carta.
Uno ya sabí a que cuando el Negro Joya corría pegado a la línea de la Tribuna Olímpica, el otro “Negro”… el ecuatoriano Spencer ya comenzaba a aprontarse para el cabezazo mortal… O cuando sin saberlo Pablo Forlán (el padre de Diego) revolucionaba el fútbol siendo el primer lateral que subía hasta el fondo, metiendo la pared con el “Pardo” Abbadie y buscando el disparo de Rocha desde el borde del área…

Los ’60 fueron una época gloriosa para Peñarol...
Los triunfos por la Copa Libertadores frente al Santos del mismísimo Pelé comandados por el entrañable José “Pepe” Sasía, al Benfica de Eusebio, a River Plate de Argentina en Santiago de Chile en el ’66 donde se ganó 4-2 luego de ir perdiendo por 2 a 0, el triunfo en el mítico estadio de “Chanmartín” frente al Real Madrid por la Copa Intercontinental por 2 a 0 con goles de Rocha y Spencer…


(Video que se proyectaba en los cines españoles antes de los estrenos donde se muestra la victoria de Peñarol frente al Real Madrid con introducción de Alberto Spencer... nótese la música de fondo.)

Luego hubo que esperar hasta los ’80 para ganar nuevamente la Libertadores.
Frente al Cobreloa en 1982 y al América de Cali en 1987, las dos finales ganadas en los minutos de descuento de la mano de Fernando Morena y Diego Aguirre…
Aún recuerdo los goles de Morena… era marcar y salir corriendo para colgarse del alambrado de la tribuna “Amsterdam”… si habré gritado goles del Nando abrazado de Eduardo Miláns, de Marito Parisi, del Flaco Leonardo… si habré gritado… claro que sí.


Peñarol campéon de la Libertadores en 1982

De aquel pasado de triunfos y de ganar “a lo Peñarol…”, de la gloria de un equipo nacido de los trabajadores del ferrocarril a este presente tan triste como una estación de trenes abandonada. La dinastía de los Damiani continúa escribiendo lo peor de la historia de este glorioso equipo. Al lado de ellos uno recuerda a anteriores presidentes como el Cr. Güelfi o Washington Cataldi... capaces de hacer un asado bajo el mar y encima les quedaba jugoso...
Técnicos como Julio Ribas lastiman al fútbol. En mi visita a Montevideo pude comprobar la mentalidad “chiquita” de Ribas. Jugábamos contra un equipo semi-profesional, el Juventud de Las Piedras. Al terminar el primer tiempo, Juventud nos ganaba 1 a 0 y le expulsan a dos jugadores. Impulsado por su hinchada, obviamente Peñarol remontó el resultado. Cuando se puso 2 a 1, pude ver con mis propios ojos como el técnico de Peñarol, hacía ostentosos ademanes para que el equipo se refugiara atrás… Frente a Juventud, con dos hombres de más y jugando al contragolpe… Triste parodia la de este presente de un pasado lleno de gloria.
El otro día estaba mirando a través de internet el partido Peñarol – Racing (ufff… nuevamente Racing…) y a los pocos minutos del segundo tiempo apagué el ordenador. Duele ver a un equipo que fue tan grande jugar a lo “Ribas”… de punta y p’arriba… Perdimos 2 a 0… El último triunfo de Racing sobre Peñarol había sido en 1966…Luego de este partido, Ribas fue cesado por la directiva aurinegra.

Pero el mayor tesoro de Peñarol está en su mística y en su historia. Y a ellas deberá apelar para volver a ser el mejor de América.
La historia de Peñarol y del fútbol uruguayo es casi milagrosa.
Un país con tan solo 3 millones de habitantes, que sufre la sangría permanente de jugadores, que ostenta al día de hoy más títulos sudamericanos que Brasil, con dos mundiales y dos olimpíadas ganadas… si eso no es milagro que me lo digan.

Historias de un equipo glorioso, de una institución proletaria y de una hinchada maravillosa…
Pocas cosas se asemejan al sentimiento producido cuando la amarilla y negra salta a la cancha.
Estamos en setiembre y en el hemisferio Sur precisamente hoy entra la primavera…
Que suene más fuerte que nunca entonces aquella profética frase del inglés Hudson…

“Serás eterno como el tiempo y florecerás en cada primavera…”.



Agradecimientos: manyacapo.com, blogcarbonero.com
Las fotos fueron sacadas de varias páginas de internet, la última pertenece a Sebastián de FUY (Fotógrafos de Uruguay en Flickr)
Link IFFHS: página oficial
Noticia desarrollada en Diario Marca (España)

4 comentarios:

watto dijo...

Hola hermano , la verdad que Peñarol es muy fuerte , ser hincha del manya es una religion , hay gente que no va a entender , pero es asi . Se siente de una manera especial , sera por la mistica , por la historia gloriosa que se yo pero cuando vemos esa camiseta el corazon se acelera . La verdad que nosotros ya sabiamos que eramos el mejor equipo del siglo XX . Demoraron mucho en sacar las cuentas . Que equipos tuvimos la suerte de ver , pero como el del 66no hubo ni habra otro igual . Se me eriza la piel cada vez que miro las fotos de aquellos monstruos , recuerdo los goles de Rocha de Spencer las atajadas de Mazurca como si fueran hace un rato que cuadrazo . Mis hijos que no tuvieron la suerte de ver a esos equipos , pero saben por mis cuentos como nosotros por los de nuestros padres que la historia esta ahi vive y va a volverse a escribirse para nuestros nietos. Peñarol renace en cada primavera , espero volver a ver nuestra bandera flameando como Campeon de America y del Mundo otra vez para regocijo de la juventud que no ha vivido lo que nosotros vivimos . Bueno hermano la verdad que nos estamos volviendo viejos pero es asi lo de antes fue mejor , arriba los PEÑAROLES de todos los tiempos , hasta otro triunfo un abrazo como tantos no hemos dado gritando los goles de nuestro equipo arriba el carbonero carajo.

Elizabeth dijo...

Bueh! se ve que el comentario anterior no llegó (o no lo publicaste). Como soy terca lo repito:
Qué suerte que conozco otro manya! Con mi abuelo escuchaba en la spica los relatos de Solé y gritábamos las jugadas de Spencer, Joya, Rocha y Abbadie ( con sus corner) y las atajadas de mi compatriota Mazurkiewicz. Después vino Morena con su encanto...
Me han querido convencer de cambiarme de bando, pero aunque ande por los pisos, lo sigo queriendo.
Lindos recuerdos.

Sandra Vieira de Freitas dijo...

Yo recuerdo escuchar partidos de Peñarol con mi padre, sentados al lado de una radio antigua a lámparas. Tenía muy buena captación de la voz y se oía en toda la casa. Por cada gol que hacía Morena, o Aguilera, o Ruben Paz, o Venancio Ramos (según las distintas épocas) yo prometía 200 o 300 PadreNuestros, que luego iba y rezaba de rodillas en la Iglesia. Así que Peñarol es para mí una religión.

Roberto Martín Robles Méndez "El Poeta de Peñarol" dijo...

•ALGO DE MI VIDA CARBONERA
Mi nombre es Roberto Martín Robles Méndez, nací y crecí dentro del seno de un hogar netamente de tinte y pasión peñarolense en el barrio Maroñas, pueblo Ituzáingo un barrio obrero, muy humilde pero de gente sana personas que hacían de la vida un atajo rumbo a la amistad y metido en ese mundo de caballos, carros, domas y yerras me fui templando junto a grandes guitarristas y cantantes que en tardes de sábados y domingos triunfales dejaban las melodías de los que festejaban cuando un “pingo” el del Studs de sus amores lograba alzarse con la victoria de algún clásico importante. Y en los boliches de paredes viejas y el humo del tabaco negro se alegraban las noches con las melodías de los cantores de turno que jamás faltaban a esas citas que ya eran cotidianas en el vivir del barrio. Finales cabeza a cabeza, boletos rotos, alegrías para unos, amarguras para otros. Pero en las noches se desataba el tronar de los tambores, las guitarras y los cantos y ahí fui creciendo junto a los peones de studs, jockey, y gente de paso que se embriagaban de música, vino añejo, rienda suelta y fusta bajo el brazo. Y nuestro canto creció con el andar del tiempo y se fue templando de poesías que mis padres y abuelos escribían y sentían dentro del alma y yo seguí por ese mismo camino y cantaba y recitaba a toda voz por ese barrio de fragante alfalfa y candentes aplausos. Y en ese bello vivir nuestro amor por PEÑAROL estaba siempre presente y en la semana para hacer unas monedas para pagar la entrada al estadio juntaba y vendía huesos, vidrios, botellas, clin de caballos, hierros viejos, etc. y fuera del estadio vendía diarios viejos que pedía en los boliches para que los hinchas se sentaran y así hacia algún pesito. “década del sesenta”. Viví las diez finales de las Libertadores que jugamos, iba a los talud y luego saltábamos a la colombes o Ámsterdam, en aquellos tiempos nos sentábamos todos juntos con hinchas de naciomal, ya hace cincuenta años que estoy en el hormigón siguiendo a nuestro PEÑAROL y en la década del quinquenio cuando estábamos proscriptos por el periodismo, me dedique a escribir poesías y canciones sobre nuestro PEÑAROL y las recitaba en programas de radio como señal de lucha y rebeldía para que supieran que los peñarolenses estábamos al firme y algunos muchachos de la Ámsterdam me pusieron " Roberto el poeta de Peñarol" y ese apodo me quedo de por vida. Y sobre fútbol conocí y viví muchas cosas fantásticas de todos los tiempos pero en esa década de lo sesenta logramos culminar nuestro primer quinquenio, siete campeonatos Uruguayos con dos invictos y un records que será inigualable en el mundo de 56 partidos sin conocer la derrota año 1967 y 1968, tres Libertadores, dos veces campeones Intercontinentales, una supercopa de campeones del mundo. Claro que en estos días hay más conocimiento y se están haciendo muchas cosas a todo nivel y nuestra maravillosa hinchada la mayor, mejor y más alegre del mundo siempre esta trabajo muy duro para que nuestro PEÑAROL retome el camino de las grandes hazañas que es por lo que en el mundo se nos reconoce y respeta . Y sobre si soy poeta eso lo dejo a criterio de las personas, yo escribo lo que sale de mi corazón y me esfuerzo con todo mi sentir por los colores de mi amor.

Roberto Martín Robles Méndez “El Poeta de peñarol”