jueves, 28 de septiembre de 2006

Escritores


"Julio Cortázar era de una raza extraña de escritores. Tan buen tipo como buenos sus libros. Y mira que eran buenos sus libros, haciéndose y deshaciéndose los unos a los otros, con ese espíritu delincuente que quizá había aprendido en Roberto Arlt. Quiso hacer la antinovela, una tentativa de romper moldes con la caligrafía del jazz. El fondo de un hombre, dijo, es el uso que haga de su libertad. Y le salió Rayuela, una libertad redonda. Al escritor, en general, es mejor mantenerlo a raya, alejado de sus libros para que no los maltrate. Existen los derechos de autor, pero también debería haber unos derechos de la obra, una forma de proteger al libro del acoso de quien lo escribe. A Juan Carlos Onetti, que sentía un justificado pavor ante la proximidad de un colega, le producía una inmensa alegría oír el nombre de Julio. Sólo con nombrarle a Cortázar recuperaba una sonrisa antigua, los molares perdidos. ¡Qué error! Estoy hablando de escritores, yo que quería hablar de esa felicidad clandestina que todavía puede mantenerse con un libro. A Cortázar, de adulto, le gustaba jugar y contar y escuchar cuentos. En cambio, el mundo literario de hoy se ha infantilizado. La última vanguardia es el cotilleo. Hace poco, y en una velada que prometía, me presentaron a un estudioso que nos acribilló a preguntas sobre asuntos personales de escritores españoles. Le confesé mi ignorancia, y lo que es peor, mi desinterés, con cierta vergüenza. El del cotilleo también es un oficio, requiere mucho trabajo, el atávico y futurista género de saber de qué pie cojea el pollo, no hay más que ver la Red, el tomate que hay. Fui telegráfico y algo hipócrita: No me interesan nada las vidas privadas de los escritores. El estudioso miró hacia el pescado, que, por cierto, tenía la mirada de Onetti, y preguntó compungido: Y entonces, ¿de qué podemos hablar?

Del lobo. La literatura siempre puede hablar del lobo. Según Nabokov, el origen está en el cuento de Pedro y el lobo. La invención de la realidad. Todavía hay una versión más precisa. La del médico orensano Salgado que un día de nieve se encontró con el lobo cortándole el paso en un sendero.

-¿Y que pasó, doctor?

-Me comió."

(Manuel Rivas - Contratapa del diario El País de España editado el sábado 24 de setiembre de 2006)

4 comentarios:

Gaby dijo...

Me estaba por enojar de tanto fútbol, pero me mataste con este artículo...qué querés que te diga...vos sabés que ese es mi punto débil...Buenísimo.
Saludos

Noelia dijo...

¿Què podria decir de Cortàzar? sus obras me han despertado tantas sensaciones y han tenido tanto significado en mi vida, las he leido del derecho y del revès y siempre vuelvo a perderme en las lineas de sus libros. Con respecto a la vida personal de los escritores, es como la vida de los proceres, tienen el valor de hacernos ver que a pesar del bronce y todo, son tan cercanos a nosotros que el tiempo es solo cuestion de relojes, y que tuvieron aciertos y errores pero sobresalieron del molde y por eso estàn tan vivos entre nosotros.Perduraron sus ideas.

el gato utópico dijo...

Gaby, le contaba a La Maga que ayer me compré Rayuela. Lo leí hace 25 años atrás. No te enojes por los comentarios de fútbol, también es parte de nuestra vida. A veces tan menospreciado por algunos intelectuales, si hasta Galeano escribió un libro acerca del fútbol... Es cierto que me agarró un ataque de patriotismo en el comienzo... pero la idea original era solo comentar acerca del drama que están atravesando dos ídolos del fútbol uruguayo. Señora, le recuerdo que me debe un mail con la confirmación de lo 2do. que le envié. Un beso futbolero!

Maga, viste que puse la foto de Cortázar en donde aparezco yo y que te había pedido prestada antes. No has leído nada de Onetti? Sabés que no me parece buena cosa andar aconsejando por la vida, pero el viejo también fue un grande. Un beso!

Anónimo dijo...

Onetti tiene un decálogo, así como Quiroga, donde aconseja no limitarse a leer los libros ya consagrados (dice que Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz y hoy son genios).

Aunque no creo en decálogos y además no soy escritora, últimamente pensé en esto porque Jorge Lafforgue defendió a Quiroga cuando los estudiosos lo consideraban un escritor menor y la semana pasada me encontré al mismo Lafforgue apostando por un escritor nuevo... y en mi cabecita empezaron a pasar cosas.

O sea que el tipo, con una trayectoria de medio siglo, no tiene miedo en decir lo que piensa y levanta a un escritor que hasta ahora solamente ha publicado un libro.

Yo me hice con el libro y lo leí porque si para Lafforgue es bueno debe ser bueno y pensé después de leerlos que sí, que es bueno, pero que no sé si yo sola me hubiese animado a decirlo sin la autoridad de un groso que me abra la puerta antes. Y esto me dejó pensando.

Lo que quiero decir es cómo yo que no tengo ningún prestigio para perder nunca me animé a levantar a alguien que nadie haya consagrado antes. Ya sé que no me puedo comparar con Lafforgue que soy una lectora casi del montón, pero justamente por eso ¡¡¡¿por qué tenerle miedo a equivocarse?!!!

Bueno... que por todo esto abrí un blog en http://misescritorespreferidos.blogspot.com con la idea de que la gente haga conocer a sus buenos escritores en las sombras, para que los compartamos y encontremos a los futuros Quirogas, Onettis, Cortázares y Borges por nosotros mismos. ¿Demasiado delirante? No será la primera vez que me lo dicen pero quiero hacerlo y creo que está bien que lo hagamos.

Ojalá visiten el blog y opinen algo al respecto. Gracias.

Lau.