viernes, 24 de abril de 2009

Canción Luna en Montevideo

Eran días difíciles. Aún retumbaban en mi los ruidos de camillas, respiradores... demasiado olor a pasillo de hospital. Caminar caminar caminar... me repetía una y otra vez la doctora. Y así fue que a pasito lento salía todos los días a caminar. Lo que al comienzo era una travesía por Denia sin rumbo fijo, se fue transformando en un ritual diario. Con música, mucha música en los bolsillos pero con pocos, demasiado pocos euros en esos mismos bolsillos, día tras día bajaba hasta la playa, caminaba por la orilla, cerraba los ojos y me dejaba inundar por el sonido que produce el mar cuando besa la playa y se va.
Una y otra vez, se va.
Luego me iba hasta Publics, tal vez la mejor librería que hay en la ciudad. Comprobé en aquellos días que los estantes dedicados a la poesía eran cada vez más pequeños. Pero dentro de esa librería, ya tengo un itinerario fijo.
Me causa mucha alegría cada vez que voy, ver la cara de Mario Benedetti, quien tiene su lugar al fondo del pasillo. Cuando paso por ese lugar, lo saludo. Cómo no... En el otro pasillo, está Onetti... Imponente el Viejo. Está toda su obra y me conmueve cada vez que alguien se lleva uno de sus libros. Hasta me dan ganas de abrazarlo...

Un día de esos en los que mis caminatas me conducían inexorablemente a Publics, encontré un libro que llamó mi atención. Era una edición con toda la poesía de Luis García Montero, desde sus comienzos hasta el 2005. Había un solo ejemplar. Me senté en uno de esos banquitos que usan los empleados para alcanzar los libros situados en los estantes superiores y me puse a hojearlo. Me encontré con un poema que me conmovió. El libro era caro para mis escasas monedas. Así que día tras día, el mismo ritual. La caminata por la playa y sentarme en la librería a leer a García Montero. El mismo poema.
La página 478.
Canción Luna se llama y pertenece a “Las palabras del perseguido” (2003).
Yo lo leía y lo escondía egoístamente detrás de una caja que contiene las obras completas de Rafael Alberti, no fuera cosa que alguien se lo llevara... Pero el bueno de Rafael lo cuidó todo ese tiempo para mí.
Cuando llegó el Día del Padre, no imaginé que dentro de aquel paquete que me regalaron mis hijos, estaba el libro de García Montero. Mientras me abrazaba con mis hijos, Adriana sonreía cómplicemente.
Llevé conmigo el libro en mi viaje a Montevideo. Lo leí en el avión y fui encontrando varios poemas que me llegaban al alma. Un día me levanté bien temprano, apronté mi mochila, el mate y me fui a disfrutar la mañana al Parque Rivera.
Me senté junto al lago y mientras disfrutaba el estruendo de pájaros que solo Montevideo puede regalarte, leí en voz alta aquel poema. Canción Luna. El sol iluminaba las copas de los árboles, mientras sobre el viejo hotel del Parque, la luna se estaba durmiendo.
Cómo no ser agradecido. Leyendo aquel libro tan deseado, regalado por mis hijos y en Montevideo. Cómo no ser agradecido...

Canción Luna

No respondió al abismo,
a las noches cargadas de espesura,
a las tormentas de los valles últimos.
No respondió a la luna.

No comprendió el silencio
de los talleres y las causas públicas.
No denunció la herida de los libros.
No respondió a la luna.

Ni el infierno celeste,
ni los significados de la culpa,
ni el colmillo dudoso del lenguaje.
No respondió a la luna.

El corazón sin norte,
sin escenario, sin virtud, sin música,
quiso vivir el tiempo de la espera.
No respondió a la luna.

Y la luna esperaba
otro modo distinto de mirar a la luna.

Página 478 – Luis García Montero.

2 comentarios:

Gabriel dijo...

Gabriel!!

Si bien ya sabía que no era el único en esconder los libros, discos, para que otro no se lo lleve antes, me reí solo, acá frente al monitor.
Ver esas pequeñísimas cosas, que pensamos tan nuestras, en otros, sin duda nos hace cada vez más cómplices.

Te dejo un fuerte abrazo, tocayo!

Gabriel

fiorella dijo...

Voló la foto del parque?Estaba buena. García Montero me gusta mucho.Un beso