"Ella le pidió que la llevara al fin del mundo,
el puso a su nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo, como dos desconocidos.
Todas las ciudades eran pocas a sus ojos.
Ella quiso barcos y el no supo que pescar.
Y al final... números rojos en la cuenta del olvido.
Y con tanto ruido, no escucharon el final..."
Ruido - Joaquín Sabina
En estos días, días de reencuentros con espejos que me vuelven a sonreír, días de soles invernales que alientan a dejar atrás los días caracol, días en los que trato de reinventarme porque como decía el entrañable Líber Falco:
"Amigo, si tú eres bueno/lo serás mañana/si tú eres dulce/lo serás mañana".
En estos días y digo días por no decir horas, minutos, instantes... porque en cada paso que doy, debajo de cada maceta o dentro de los cubitos de hielo, aparecen las preguntas.
Dejo atrás aquel tiempo de respuestas. Las fáciles y estúpidas respuestas.
Y con cada pregunta me voy armando, pieza a pieza... pedacito a pedacito, me voy reconstruyendo.
No soy el mismo.
No podría serlo.
No quiero serlo.
Y todo por culpa de las preguntas.
Cuando por las noches fracaso exitosamente en mi intento por dormir, es por ellas. Cuando se enfría la comida mientras juego con la cuchara, también es culpa de las preguntas.
Me pregunto por ejemplo...
En qué instante, en qué momento me quedé detenido mirando el pasado?
Lo que añoro, será lo que aún me falta por vivir?
Por qué fui capaz de inventar nombres, personajes, leyendas... sabiendo que dañaba a lo que más quería?
Por qué uno necesita volverse ausencia, distancia y soledad para escuchar los gritos del silencio?
Por qué cuando pierdo lo amado, logro volverme sonrisa en los espejos?
Por qué fui capaz de dictar sentencia a los demás, cuando yo ni siquiera era capaz de buscarme un abogado de oficio?
Por qué cuando vi sangrar a la más bonita de todas las flores, no me volví agua oxigenada?
Por qué ahora no puedo encontrar aquellas estúpidas respuestas que daba al mismo tiempo que los hacía sentir culpables?
Definitivamente prefiero este tiempo de amagor dulzor.
Días de preguntas y más preguntas.
Basta de certezas.
Ahora, con este sorbo de whisky coloco otra pieza en este cuerpo hecho rompecabezas.
Y la vida va...
Ella siempre va.
Me ofrece seguirla. Me da la manito y ala!... nos vamos.
Mi alma y yo nos vamos detrás de la vida que es lo mismo que decir que volvemos a caminar.
Yo, que pensaba que sabía todas las respuestas, hoy me asombro, me avergüenzo, me alegro, lloro y me río, grito y me callo.
Cargos mis preguntas en la mochila y me voy junto a la vida a caminar por un sendero de dudas y rosas, estrellas y espinas.
Me voy y dejo atrás la soledad.
Porque como dice Idea Vilariño, la soledad es otra forma de morir, es muerte.
Y yo... pese a mi oficio de trapecista, amo la vida.
3 comentarios:
Hola hermanito, que suerte que estas mejor de todo.Sigue caminando que asi se hace camino al andar como dice Serrat, la vida siempre da una nueva oportunidad y vos como siempre no la vas a dejar pasar, en cada esquina en cada rincon estrella luna o lo que sea siempre hay algo nuevo por conocer, suerte en tu camino y siempre vas a estar acompañado de tus seres queridos, solo nunca acordate que te sobran afectos por todos lados , aunque no los veas sentilos que estan ahi. Bueno dale pa delante siempre mirando para arriba. Te mando un abrazo y un empujoncito para sigas buscando tu destino. chauuu te quiero hermano cuidate.
Hola, soy Mario R. Masjoan amigo de Esteban Leiva. Tengo un blog [b]MRM Masjoan[/b] en Levante Digital, me gustó mucho lo que he leido [b]Gatos Maullando[/b], te invito a que me leas, a partir de ahora voy a recomendar a amigos y conocidos que te lean.
Un abrazo, Mario.
Hola,querido Gato:
Justamente hoy, en La República,en un artículo de análisis político,Constanza Moreira escribió lo siguiente. Y no es que yo quiera romper tu yo lírico, pero creo que explica perfectamente el por qué de andar siempre nosotros llorando por los rincones buscando los por qué de lo que nos pasa.
Ahí va lo que escribió Constanza:
"En "Lenguajes del cerebro", José Ma. Delgado García, director de la División de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, analiza el nacimiento de la conciencia. "La fuerte carga emotiva que subyace en el individuo humano", dice, "puede haber jugado un papel primordial en la aparición del fenómeno consciente", ya que "una buena oportunidad para mirar en el interior de uno mismo, es cuando el yo se frustra, porque no alcanza su objetivo". Del cazador frustrado al narcisista que sufre por temor al ridículo, hay un mismo trecho evolutivo. Ambos "mejoran" al imaginar, una y otra vez "todo lo que pudo ser y no fue, y cómo arreglarlo en una futura oportunidad". "Pensar suaviza la frustración", agrega, "porque hace el esfuerzo de reentender la situación fallada" (p.25, Editorial Letra Aurea, 2008).
Estoy segura de que pensar y repensar, aunque duela nos hace más fuertes y más sabios.
Un gran abrazo.
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