José Artigas
Reglamento de tierras - Aníbal Sampayo
El 10 de setiembre de 1815, el Gral. José Artigas… nuestro por siempre querido “Pepe” Artigas, promulgó el “Reglamento de Tierras”. Fue así que entró en vigor la primera reforma agraria en el continente ameriano. Un hecho histórico y que sin embargo se mantiene vigente. Artigas demostró que no era un “libertador” más. Todos sus actos estaban marcados por un fuerte contenido ideológico. Pero sin duda alguna, fue la reforma agraria el más revolucionario de todos los actos artiguistas. En sus artículos, el Reglamento de Tierras establece que “los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad, y a la de la provincia”.
Otro artículo decreta que “también serán agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos, y serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y estos a cualquier extranjero”.
Pero cuáles serían las tierras a repartir? Artigas la tenía clara… muy clara.
Se decreta que “Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos”.
Qué cuánto duró la reforma agraria?
Y poco… muy poco.
Apenas cinco años.
En 1820, aparece en escena el eterno traidor… el Gral. Frutos Rivera. La Junta de Buenos Aires, obviamente estaba en contra de toda socialización de la tierra y es así que declara su odio a Artigas, permitiendo la invasión del imperio portugués.
Tan es así, que desde Buenos Aires, el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Posadas firmo un decreto declarando a Artigas "traidor a la Patria":
Art.1 - Se declara a don José Artigas infame, privado de sus empleos, fuera de la Ley y enemigo de la Patria.
Art. 2 - Como traidor a la Patria será perseguido y muerto en caso de resistencia.
Art. 3 - Es un deber de todos los pueblos y las justicias, de los comandantes militares y de los ciudadanos de las Provincias Unidas perseguir al traidor por todos los medios posibles. Cualquier auxilio que se le dé voluntariamente será considerado como crimen de alta traición. Se recompensará con seis mil pesos a los que entreguen la persona de don José Artigas vivo o muerto.
Mientras tanto decía Artigas: "El día que me quede sin soldados, pelearé con perros cimarrones"...
Traicionado una y mil veces, derrotado militarmente, con un ejército en harapos... fue entonces cuando se escribió la más bonita página de la historia uruguaya.
"La "Redota", el éxodo del Pueblo Oriental.
Hombres, mujeres, niños y viejos... con lo poco que podían llevar a cuestas, incendiando sus casas y sus cosechas, todos emprendiendo la marcha hacia el Ayuí, todos detrás del viejo Artigas.
Mientras los enemigos trataban de atacar aquella marea humana que se iba al exilio, los charrúas cuidaban la retaguardia. Será por eso que Rivera les juraría posteriormente su odio eterno.
Con la derrota de Artigas, las tierras volvieron de nuevo a sus antiguos propietarios… la oligarquía rural y ganadera. Hoy, cuando los campos siguen en las mismas manos, es bueno recordar aquel “Reglamento de tierras” que benefició a los gauchos pobres, a los charrúas y a los negros libertos.
Así pensaba y así actuaba José Artigas… el mejor de todos nosotros.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
(Ultimas palabras pronunciadas por Salvador Allende a través de Radio Magallanes)
Ocurrió también en setiembre. Más precisamente el 11 de setiembre de 1973. Salvador Allende caía mortalmente herido por la metralla fascista. Moría combatiendo en defensa de las libertades en la lucha más heroica y desigual que se recuerde. Un puñado de patriotas chilenos, ofrendaban su vida por el futuro de su patria. Lo que sigue a continuación lo escribí hace ya algunos años atrás…
Salvador...
Yo fui en tu búsqueda, Salvador...
Recorrí cada pedacito, cada rincón de tu país, buscándote.
Y te encontré.
A vos y a los demás compañeros.
A Pablo Neruda, a Víctor Jara y a todos nuestros muertos.
No se si fue en el sudor de los mineros del cobre y la sal donde los encontré o en los rostros curtidos de los pescadores del Sur...
O quizás fue en todos ellos juntos...
En la dignidad de los nadies.
Salvador... cuando decidiste morir resistiendo con tu fusil al bombardeo de los fascistas fue por amor, lo sé.
Ese día... en el momento en que la bala te partía el corazón y vos caías envuelto en la bandera chilena, un canto libertario se elevó y recorrió la extensa geografía de tu Chile amado. Eran Víctor Jara y los Compañeros con el puño levantado entonando La Internacional... resistiendo y cantando.
Entonces...
se estremeció la cordillera…
retumbó la tierra...
Salvador...
"que tenemos que hablar de muchas cosas, Compañero del alma... Compañero".(*)
G.T.
*cita sobre "Elegía" de Miguel Hernández
2 comentarios:
uy gato, siempre me quedo con el nudo acá... y eso es bueno, muy bueno. preocupante sería si ya no
orgullosa de "la patria que me parió" (la falta dixit), con excepciones, claro
y siempresiempre esperando la vuelta... como desde hace casi 200 años
vos entendés
salú
sylvia - uy en bcn
uyyy, seguro que mejor que usted, si claro; pero no que todos nosotros...
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