Los coros murgueros inundan las esquinas perfumadas por las noches de verano. Los negros y lubolos templan los cueros. El candombe se adueñó definitivamente de las calles montevideanas. Surgen escuelas y cuerdas de tambores por todos los barrios. La Gozadera, la comparsa de Malvín al igual que sus hermanas aprontan los últimos detalles para la gran noche...
La noche del desfile de Llamadas. Los barrios Sur y Palermo explotarán de colores y sonidos de tambores. Banderas, lunas y estrellas, mamá viejas y gramilleros y allá atrás... empujando, arrastrando las alpargatas en el empedrado y con las manos sangrando si es preciso... se vienen los candomberos.
El recuerdo de figuras legendarias... los hermanos Silva de Morenada, la abuela Coca, Pirulo, el querido Negro Zulú, la Negrita Johnson, Lágrima Ríos, Marta Gularte y por supuesto... la enorme Rosa Luna.
Seguramente, porque me consta que cada vez que alguien comienza a hacer “maderas”, cada vez que el chico, el piano y el repique comienzan a “llamar”, ella... la querida Rosa Luna se aparece... Basta con levantar la mirada hacia la azotea de algún conventillo para verla baila. Porque la Rosa nunca nos fallará.
Como la luna, que empecinadamente... siempre aparece en la noche de las Llamadas.
El baile de la rosa y la luna – Manuel Capella
La rosa es una luna blanca
la luna es una rosa negra
que tiene pétalos de fuego
y tiene bordes de madera.
Madera que rodea la luna
la luna que baila entre hogueras
en las que se estira el cuero
como se estiran las penas.
Las penas que son el rocío
que baja desde las estrellas
como chispitas de luna
encienden a la rosa negra.
Negra rosa y blanca luna
luz de pluma y lentejuela
y el baile que hermana sangres
como la rosa quisiera.
Quisiera que su amor bailando
sobre nosotros cayera
como algún baile de luna
que nos cubra la tristeza.
La tristeza nos enluna
ni se roza ni se ennegra
se emociona pero baila
hasta que la vida quiera.
Quiera dios que su alegría
no abandone las veredas
ni los costados del pueblo
donde los niños la besan.
La besan y aún la estan besando
mientras su nombre pronuncian
para siempre rosa nuestra
nuestra eterna Rosa Luna
Baila que baila la rosa
con sus caderas de luna
entre el carnaval del pueblo
donde la memoria abunda.
Baila que la luna baila
sobre tacones de aguja
con sus palomas temblando
y la sonrisa desnuda.
Dicen que la rosa tiene
el alma como la luna
y tiene un bolsillo grande
para guardar la ternura.
Baila rosa de nosotros
baila nuestra luna rosa
del bolsillo grande
baila negra bolsilluda.
Baila la memoria baila
con Rosita Luna baila
sus pechos bailando
sus negras columnas.
Que baila la rosa
que baila la luna
para siempre baila
la Rosa Luna.
3 comentarios:
"La tristeza nos enluna
ni se roza ni se ennegra
se emociona pero baila
hasta que la vida quiera"
Perdón, amigo utópico, por las ausencias. Te leo, pero me atacó un resfriado enorme. En el fondo, sé que es puritita nostalgia, tod@s somatizamos...
Te mando un beso anaranjado
casandra:
lindo el texto de Capella, no?
Son esos candombes que cuando los escuchas a miles de kms. de Montevideo hacen crecer los sentimientos y entonces los poritos se abren y entra un aroma de jazmines por la ventana en pleno invierno alicantino...
amelie:
vos no pidas perdón alguno. Pedir perdón por la ausencia? Ah no... a veces mirá que en la ausencia también se está presente. Anduve por tu casa... la de color naranja. Se respira muchas cosa buena ahí y eso es de agradecer. Otro beso para vos.
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