domingo, 30 de enero de 2011

"No, Gato... no te aguanto más"... me dije

(Sábado a la noche... 0:30hs.)

Sábado a la noche en Collado Mediano. Buscando cosas en youtube terminé viendo un video de Enrique Morente al cante de un poema de García Lorca. Lo acompañaba un coro búlgaro. Una belleza pero muy triste. Y está mal que se recuerdo al gran Enrique con tristeza, claro que está mal. Pero no me acostumbro a su partida. Morente significa mucho en mi vida. Está unido a los más bellos momentos vividos y lo seguirá estando. Anoche compartía justamente un video de Morente con alguien muy querido y protagonista también de esos momentos.

-No, Gato... no te aguanto más- me dije.
Así que me puse abrigo, gorro y guantes y allá salí a caminar sin rumbo.
La noche estaba helada y el cielo, llenito de estrellas.
Cosa linda el cielo de la sierra madrileña cuando la noche está azul.
A las pocas cuadras de mi casa hay un pub llamado “El Refugio”. La noche de fin de año estuvimos allí con Camilo y Tamara. La música es demasiado pop para mi gusto pero el ambiente es cálido. Además, es de los pocos lugares que abre hasta tarde en el pueblo.
Desde afuera se escuchaba música y dedicí entrar.
Me senté en la barra y mientras pensaba que pedir para beber (los precios... malditos precios!) veo salir a un grupo de gente conocida hacia el exterior. Conocí a algunos de ellos en boliche de Jesús, el bar que está justo detrás de la estación de trenes. En ese bar sirven un muy buen tinto de La Rioja y es un gusto sentarse en la terraza a disfrutar un buen vino bajo el sol.
(Tomando un vino en lo de Jesús)
Así que decidí unirme al grupo.
Allí estaban el irlandés, un pintor que para poder vivir da clases de inglés y su esposa. Un argelino, que vive en España desde hace muchos años y un tercero, español él y al que no conocía.
Me lo presentaron y hubo algo que me llamó la atención.
Lo primero que me dijo es –cómo estás, uruguayo- Que no te confundan con un argentino por tu forma de hablar denota que la persona en cuestión o es muy observador o convivió con algún paisano mío. Es mínima la diferencia al hablar entre un porteño y un montevideano para alguien que no esté atento. El hombre, andaluz él, me explicó que vivía en Collado desde años pero su tierra natal es Jerez y que había vivido además en Cádiz y Granada. Me contó también de su amor por la murga gaditana y del lazo afectivo que une Cádiz con Montevideo.
–Esa música al hablar, es uruguaya- agregó.
Me contó también que años atrás había hecho radio en Madrid.
Tenía un programa semanal dedicado al flamenco.
Su segundo apellido es Carmona y para los que curten el palo del flamenco bien saben que decir Carmona y hablar de la historia viva del flamenco, es una cosa sola.
Fue cuando le conté acerca del video de Morente que había visto un rato antes y que fue ese el motivo de mi presencia en el pub.
Se le llenaron los ojos de una luz brillante... muy brillante.
-Jo'er uruguayo... me has nombrado a “mi” Enrique.-

La charla siguió y entre otras cosas le comenté acerca de La Radio del Gato. Fue cuando me dijo que tiene grabadas dos entrevistas con Enrique Morente y que las guarda como un tesoro.
Además de tener grabadas también entrevistas con Camarón y otros monstruos del arte del flamenco.
Le ofrecí la radio para lo que guste y para mi alegría, me ofreció poner a disposición de la radio el material del que disponía.
Cuando ingresamos de nuevo al pub, el “Carmona” ya respiraba flamenco por todos lados y fue así que pidió si podían quitar la música por un momento.
Lo que vino a continuación son esas cosas que uno agradece. Comentó a cantarle por bulerías a su mujer. Esto es lo que grabé con mi móvil y que sin pedirle permiso al jerezano lo comparto. Sirva mi atrevimiento para rescatar un momento mágico:


Quedamos en llamarnos por teléfono y concretar lo hablado anteriormente. Su actividad profesional le impide dedicarle más tiempo al flamenco. Pero a mí tiempo es lo que me sobra (el paro... el puto paro). 
Hubo algo que terminó de convencerlo para hacer algo juntos... es algo que me propuse desde el primer post que subí al Gato y desde el mismo momento en que comenzó a sonar la primer canción en la radio... es eso de rescatar entre todos la memoria colectiva. 
En eso estamos y seguiremos estando.
Así que mientras el grupo seguía brindando en el pub, me despedí de todos.
Me puse el abrigo, gorro y guantes. 
Comencé a desandar el camino a casa, pero esta vez con una sonrisa y mientras jugaba con el humo del cigarro y el vapor que salía de mi boca, recordé en ese instante que al igual que sucede con el viejo Angel González, con el Astor, con el Polaco, con Benedetti, con el viejo Jhonny Cash... el bueno de Enrique Morente se había convertido en uno de mis queridos fantasmas. 
Los que siempre están cuando los necesito, los que siempre vienen a mi encuentro.

pd.: Todo esto sucedió hace poco más de una hora en un lugar perdido de la sierra de Madrid.
Lo dicho tantas veces... la gente está, siempre está.
Solo falta que nos juntemos los buenos.
Que así sea.

Enrique Morente... con su Granada detrás




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3 comentarios:

Grupo Punto·Cachi dijo...

Porque así será.-

mauro dijo...

Lo dicho Gato, siempre los buenos nos encontramos en el camino, cada día nos convencemos de ello. Por tanto, a seguir en la briega, que "el camino es largo y culebrero" como reza una canción del Caribe colombiano. Pa'lante mi hermano y ya de paso, vaya mi gratitud por tu valoración a mi mensaje. ¡Qué corazón te gastás!

Mauro

Rochies dijo...

Hay q animarse a veces a desenquistarse, a romper la rutina, y es seguro que la vida nos viene al encuentro. Si no se hubiese echado a andar no hubiese nacido la magia. Se lo digo y me lo digo. Que bueno q a pesar del corazón montevideano haya lugarcito para los nuevos amores.